En El arte de amar, Erich Fromm nos confronta con una verdad tan sencilla como perturbadora: el amor no es algo que simplemente ocurre, es un arte que se aprende, se cultiva, se trabaja. En una sociedad obsesionada con el éxito, el consumo y la inmediatez, esta idea resulta casi subversiva.
Fromm plantea que el amor verdadero exige disciplina, concentración, paciencia y un profundo sentido de compromiso. Amar no es simplemente sentir, es actuar. Es una decisión constante de cuidar, respetar y conocer al otro. Y eso, en una cultura centrada en la gratificación instantánea y en relaciones desechables, se convierte en un acto revolucionario.
Hoy, más que nunca, vivimos la paradoja de estar hiperconectados y profundamente aislados. Las redes sociales nos han enseñado a mostrar afecto en forma de likes, pero no necesariamente a sostener un vínculo real. La inmediatez de las aplicaciones nos hace creer que las relaciones son reemplazables, cuando en realidad, como bien señala Fromm, el amor es un acto de voluntad, no de azar.
El autor también advierte sobre el narcisismo como barrera para el amor genuino. En la era del “yo” y de la marca personal, ¿cuánto espacio dejamos para el otro? ¿Estamos dispuestos a salir de nosotros mismos para encontrarnos verdaderamente con alguien más?
Fromm diferencia entre varios tipos de amor: amor fraternal, erótico, amor propio, amor a Dios. Y destaca que el amor, en cualquiera de sus formas, implica un acto de dar, no desde la carencia, sino desde la plenitud. Solo quien se ama a sí mismo sanamente puede amar al otro sin dominarlo ni depender de él.
En lo profesional, estas ideas también resuenan. En entornos laborales donde la productividad prima sobre las personas, recordar que las relaciones humanas —basadas en el respeto, la empatía y la cooperación— son fundamentales, es un mensaje urgente. Amar no solo transforma vínculos personales, también humaniza organizaciones, liderazgos y equipos.
Releer a Fromm es hacer una pausa crítica. Es preguntarnos si estamos amando como adultos, con responsabilidad y conciencia, o si seguimos buscando en el otro una solución mágica a nuestros vacíos. En definitiva, El arte de amar nos recuerda que el amor no es una emoción pasajera, sino una forma madura de estar en el mundo.
¿Y tú? ¿Has leído a Fromm? ¿Qué significa para ti “amar” en estos tiempos?
Jesús Alcívar