Ser músico: la lucha constante por un sueño eterno
Ser músico: la lucha constante por un sueño eterno
Ser músico es elegir un camino lleno de desafíos. Es aceptar la incertidumbre económica, los ensayos interminables, las críticas implacables y la inestabilidad laboral. Es enfrentarse al famoso “¿y de qué vas a vivir?” más veces de las que uno quisiera contar. Es escuchar a quienes creen que la música es solo un pasatiempo y no una profesión legítima. Es vivir en una sociedad que muchas veces no valora el arte hasta que lo necesita para sanar, inspirarse o celebrar.
Es madrugar para dar clases y trasnocharse para tocar. Es invertir en instrumentos, estudios, promoción y formación, muchas veces sin garantía de retorno. Es aprender a negociar cachés, entender de marketing, ser community manager, productor, gestor cultural y, de paso, recordar por qué amamos hacer música. Es luchar contra la frustración cuando las oportunidades son escasas y la competencia feroz. Es aguantar largas jornadas de ensayo y viajes agotadores para tocar ante públicos que, a veces, no prestan atención.
Pero también es la magia de un ensayo donde todo encaja. Es ese instante en un escenario donde el público y tú respiran al mismo ritmo. Es ver a alguien emocionarse con una canción que compusiste en la soledad de tu habitación o que interpretaste con todo el respeto y amor necesarios. Es el privilegio de convertir sentimientos en sonidos, de contar historias sin palabras, de crear algo que puede trascender más allá de uno mismo. Es la adrenalina antes de salir a tocar, el placer de un acorde bien ejecutado, el silencio antes del aplauso.
Ser músico no es solo tocar un instrumento o cantar, es un estilo de vida. Es entender que el éxito no siempre viene en cifras, sino en momentos. Es aprender a reinventarse constantemente, a adaptarse a los cambios de la industria, a construir una carrera sobre la pasión más que sobre la certeza. Es aprender a convivir con la inestabilidad y, aun así, seguir adelante.
A veces nos preguntamos si vale la pena. Si el esfuerzo, la inversión, los sacrificios y la incertidumbre justifican el camino. Pero luego llega ese momento, esa nota, esa conexión, y la respuesta siempre es la misma: sí, lo haría mil veces más. Porque la música no es solo lo que hacemos, es lo que somos.
Y tú, si volvieras a empezar, ¿elegirías de nuevo la música?
Jesús Alcívar