Durante años escuché frases como: “Esa persona tiene un carácter fuerte” o “Que buena personalidad tiene, cae bien a todos”. Y confieso que, por mucho tiempo, usé carácter y personalidad como si fueran sinónimos. Pero no lo son...
Y entender la diferencia puede ayudarnos a conocernos (y entender a los demás) con mucha más profundidad.
La personalidad es el conjunto de rasgos que mostramos al mundo. Es cómo actuamos, hablamos, nos expresamos, nos relacionamos. Es más visible. Puede ser extrovertida o reservada, entusiasta o serena, divertida o seria. Es como una carta de presentación. Dice mucho, pero no lo dice todo.
El carácter, en cambio, es lo que permanece cuando nadie nos está mirando. Está relacionado con nuestros valores, la integridad, la forma en la que tomamos decisiones difíciles, la capacidad de mantenernos firmes (o no) ante la presión. Es el “quién soy” cuando no necesito agradar a nadie.
Y aquí es donde la cosa se pone interesante. Una persona puede tener una personalidad encantadora, pero un carácter débil. Otra puede parecer seca o poco carismática al principio, pero tener un carácter sólido, confiable, admirable.
En el ámbito profesional, esto importa más de lo que creemos. Trabajar con alguien que tiene una personalidad “agradable” puede ser una experiencia placentera... hasta que aparece un conflicto, una crisis, un error que hay que asumir.
Ahí es donde el carácter se vuelve evidente. Los grandes líderes no siempre son los más carismáticos. Pero sí suelen tener un carácter firme. No siempre caen bien a todos. Pero son coherentes (o deberían serlo). No siempre dicen lo que uno quiere oír. Pero hacen lo correcto, incluso cuando no es lo más popular (esperado).
Ahora bien, lo más potente es cuando alguien cultiva ambos aspectos. Una personalidad empática, comunicativa, genuina… y un carácter firme, ético, íntegro...
Eso no se hereda. Se construye. Día a día, en decisiones pequeñas y grandes. En cómo tratamos a los demás. En cómo actuamos cuando la presión aprieta. En cómo respondemos al error, con excusas o con responsabilidad.
Porque al final, la personalidad es cómo nos recuerdan, es la que deja una impresión en los demás. Mientras que el carácter es lo que determina si esa impresión tiene un verdadero valor, si somos dignos de ser recordados.
El carácter es el conjunto de rasgos y cualidades estables que definen la forma de ser y actuar de una persona, mientras que la personalidad es la suma de esos rasgos, incluyendo el temperamento (innato) y el carácter (adquirido), que determinan la individualidad de cada persona.
Y tú, ¿Cómo diferencias el carácter de la personalidad en tu día a día? (contigo y con los demás)
Jesús Alcívar