La industria musical ha experimentado una metamorfosis radical, pasando de un modelo centralizado a un ecosistema descentralizado y globalizado. La invención del fonógrafo a finales del siglo XIX marcó un hito en el sector. Más tarde, la radio consolidó la música como una experiencia de consumo masivo , y la llegada de MTV en 1981 convirtió el videoclip en una herramienta de marketing indispensable, uniendo el sonido a una estética visual específica.
Hoy, la disrupción digital ha reescrito las reglas. Plataformas como Spotify y Apple Music han reemplazado las bibliotecas limitadas de la radio con catálogos gigantescos y experiencias personalizadas, basadas en los gustos del oyente. El contenido de formato corto, impulsado por TikTok, Instagram Reels y YouTube Shorts, se ha convertido en el rey del descubrimiento musical, un estudio revela que el 68% de los usuarios de redes sociales descubren nuevas canciones a través de estos vídeos.
En este nuevo panorama, el artista se ha transformado en un emprendedor. Los roles profesionales se han redefinido: el mánager es ahora un estratega multifuncional, y los representantes de A&R (Artistas y Repertorio) buscan talento en las plataformas digitales y analizan el rendimiento de la música con datos, en lugar de confiar únicamente en su intuición. Los artistas independientes, por su parte, tienen a su disposición una amplia gama de herramientas de marketing digital, desde distribuidores como DistroKid o RouteNote, que permiten subir música a las plataformas sin intermediarios , hasta plataformas de análisis como Spotify for Artists y Apple Music for Artists, que proporcionan información detallada sobre la audiencia.
Sin embargo, el cambio más disruptivo proviene de la inteligencia artificial. La IA no solo permite a artistas y productores crear nuevas melodías y arreglos , sino que también plantea serios desafíos legales y éticos. La Oficina de Derechos de Autor de EE. UU. y la SGAE en España coinciden en que las obras creadas puramente por IA no pueden ser protegidas por derechos de autor, ya que carecen de una "participación humana significativa". Además, la industria enfrenta el problema de los deepfakes y el uso no autorizado de voces de artistas, un tema que se hizo viral con la canción "Heart on my Sleeve", lo que llevó a acciones legales por parte de Universal Music Group.
Ante esta dualidad, las opiniones están divididas: mientras que hay artistas que ven la IA como una herramienta creativa , otros temen que devalúe el talento y el esfuerzo humano, y genere un mercado saturado de contenido "impersonal e inane". El consenso general de la industria, es que la IA debe complementar la creatividad humana, no reemplazarla, y debe operarse bajo principios de "consentimiento, transparencia y control del artista".
En esta nueva era, la autenticidad se convierte en el bien más preciado...
Jesús Alcívar